Por Ramiro Diaz

Mientras muchos señalan a los goleadores como los grandes responsables de la clasificación del Inter de Milán a la final de la Champions League, lo cierto es que la figura clave en la noche de San Siro fue otra: el arquero suizo Yann Sommer.
A pesar de haber recibido tres goles, el portero del equipo italiano fue determinante para mantener con vida al Inter en los momentos más difíciles del partido. Con reflejos felinos, intervenciones seguras y una sangre fría admirable, Sommer fue el muro que el Barcelona no pudo derribar en el momento más crítico.
La parada más recordada, sin duda, llegó en el alargue. Cuando todo apuntaba a que los Culés iban a forzar los penales, Lamine Yamal apareció solo dentro del área con una definición potente, pero Sommer reaccionó con una atajada espectacular que terminó siendo decisiva. Esa mano salvadora fue lo que selló la suerte del Barcelona en esta edición de la Champions.
Aunque el marcador terminó 4-3 a favor del Inter en la vuelta (7-6 en el global), la historia podría haber sido muy distinta si Sommer no hubiese respondido como lo hizo. Su actuación silenciosa, lejos de los focos de los goleadores, fue lo que sostuvo al equipo de Simone Inzaghi cuando el partido se volvió un infierno.
Con esta actuación, el arquero suizo no solo mete al Inter en una nueva final continental, sino que también se consolida como uno de los nombres más importantes de esta Champions. En una semifinal de locura, Yann Sommer fue el hombre que marcó la diferencia.
Cuando se hable de esta semifinal, muchos pensarán en goles y emociones, pero los que vieron el partido con atención sabrán que la noche le perteneció al arquero del Inter.

13/05/2025

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