Por Ramiro Diaz
Lamine Yamal vivió una de las noches más duras de su corta, pero ya impresionante, carrera profesional. El joven de 17 años no pudo contener la frustración luego de la dolorosa eliminación del FC Barcelona en las semifinales de la Champions League frente al Inter de Milán.
La promesa más brillante del club catalán fue uno de los rostros visibles del desconsuelo tras el pitido final. En el césped de San Siro, con la mirada perdida y los ojos vidriosos, Lamine sintió el golpe como pocos. Sabía que esta era una oportunidad histórica: llegar a una final europea siendo titular en un equipo plagado de figuras y en una competición que todos sueñan con ganar.
Durante el encuentro, Yamal intentó desequilibrar por la banda, generó peligro y fue uno de los que más lo intentó en ataque. Sin embargo, el esfuerzo no alcanzó para frenar la remontada del Inter, que terminó imponiéndose 4-3 en la vuelta, sellando el 7-6 global a su favor.
Su imagen al terminar el partido lo dijo todo. Sin hablar, sin gestos exagerados, simplemente dejando que la tristeza lo invadiera. A su corta edad, ya entiende lo que representa caer en una instancia como esta con el escudo del Barça en el pecho.
Este tropiezo marcará a Lamine, pero también lo hará más fuerte. No hay dudas de que volverá a tener oportunidades, porque su talento está fuera de discusión. Pero este golpe, sin duda, dolerá por un buen tiempo.
El futuro es suyo, pero el presente le enseñó una lección dura. La Champions no perdona, y Barcelona volvió a quedarse a las puertas del sueño.
10/05/2025
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