Por Roberto Alonso
El 17 de marzo de 2019, Lionel Messi regaló una de sus obras maestras en el estadio Benito Villamarín. En un partido contra el Real Betis, el astro argentino marcó un gol que trascendió la rivalidad y provocó la ovación de todo el estadio, incluyendo a los aficionados locales.
El gol llegó en el minuto 85, cuando el Barcelona ya ganaba 3-1. Messi recibió el balón en la frontal del área, realizó una pared con Luis Suárez y, con un toque sutil, elevó el balón por encima del portero Pau López, que nada pudo hacer para evitar el tanto. La precisión y la delicadeza del golpeo dejaron sin aliento a los presentes.
La reacción del público fue inmediata. Los aficionados del Betis, reconocidos por su pasión y conocimiento del fútbol, se pusieron de pie y aplaudieron a Messi, reconociendo la genialidad del gol. Fue un momento emotivo que demostró el respeto y la admiración que el argentino despertaba incluso entre los rivales.
El gol de Messi al Betis se sumó a la larga lista de obras de arte que el argentino dejó a lo largo de su carrera. Su capacidad para combinar velocidad, habilidad y precisión en un solo movimiento lo convirtió en un jugador único e irrepetible.
La ovación del Villamarín fue un reconocimiento a la trayectoria de Messi y a su capacidad para hacer magia en el campo. Fue un gesto que demostró que, más allá de la rivalidad, el fútbol es un deporte que une a las personas y que permite disfrutar de momentos únicos.
El gol de Messi al Betis es un recordatorio de la grandeza del argentino y de su impacto en el mundo del fútbol. Su legado perdurará en la memoria de los aficionados y su nombre seguirá siendo sinónimo de talento y genialidad.
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