Por Ramiro Diaz

En los primeros compases de esta esperadísima final de la Copa del Rey entre Barcelona y Real Madrid, el conjunto blaugrana ha mostrado una actitud claramente dominante. Desde el primer minuto, los dirigidos por Hansi Flick salieron a imponer condiciones, manejando la posesión con autoridad y presionando alto para ahogar la salida de balón merengue.
El dominio culé no tardó en generar peligro en el área rival, donde la intensidad se transformó en situaciones de gol. Sin embargo, la gran polémica de la noche no se hizo esperar: una mano de Federico Valverde dentro del área encendió la furia de los jugadores y aficionados del Barça. Pese a las protestas, el árbitro y el VAR determinaron que se trató de una mano de apoyo, por lo que no se sancionó penalti, provocando una silbatina generalizada en la grada.
La final, todavía con el marcador en blanco, mantiene una tensión altísima. Cada balón dividido se disputa como si fuera el último, en un clásico que promete emociones fuertes hasta el final. La sensación en el estadio es que el Barcelona ha hecho más méritos hasta ahora, pero sin poder reflejarlo en el resultado, algo que en este tipo de partidos siempre puede ser peligroso.
Queda muchísimo tiempo por delante y todo puede pasar. Ambos equipos saben que cualquier error puede ser letal, especialmente en un duelo tan cerrado. De momento, el Barça se muestra más decidido, mientras el Madrid resiste, esperando su oportunidad para golpear.
El 0-0 parcial no refleja lo que ha sido el desarrollo del partido, especialmente por el peso de esa decisión arbitral que dejó a los blaugranas con una bronca contenida. Veremos si el Barcelona logra transformar su superioridad en goles o si el Real Madrid, fiel a su ADN, termina encontrando su momento en una final que ya arrancó a pura tensión.

13/05/2025

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