Por Ramiro Diaz
La calma en el FC Barcelona es solo aparente. Pese a que los resultados mantienen vivo el sueño del triplete, puertas adentro la situación empieza a desbordarse. El vestuario vive un momento especialmente tenso, con señales claras de malestar hacia el nuevo entrenador, Hansi Flick. Tres jugadores del primer equipo han mostrado su disconformidad con las decisiones del técnico alemán, que hasta ahora ha sido inflexible con su idea de juego y su política de rotaciones.
Uno de los más afectados es Ansu Fati. El canterano, símbolo de una generación ilusionante, no jugó ni un solo minuto en el último partido. Calentó durante toda la segunda mitad, pero nunca fue llamado. Su reacción fue visible: gestos de enfado, frustración y silencio absoluto con el cuerpo técnico. Desde su entorno apuntan a promesas incumplidas y falta de confianza. La relación entre jugador y entrenador parece rota, y su continuidad en el club para la próxima temporada se pone en duda.
En una situación similar se encuentra Héctor Fort. El joven lateral derecho también esperaba sumar minutos, pero fue nuevamente relegado. Tras la victoria, Flick se acercó a él para compartir la celebración, pero Fort rechazó el gesto con frialdad. El detalle no pasó desapercibido y evidenció un descontento que se arrastra desde hace semanas. Todo esto alimenta las versiones que apuntan a la llegada de un nuevo lateral en verano, lo que podría empujar al canterano a buscar minutos lejos del Camp Nou.
El tercero en discordia es Ferran Torres. El atacante, que estaba firmando un gran partido, fue sustituido en la segunda parte y su reacción fue explosiva: golpeó el banquillo, lanzó el peto al suelo y evitó saludar al segundo entrenador. La escena fue clara y contundente. Ferran siente que no se le valora lo suficiente, y esta no es la primera vez que muestra signos de desgaste emocional.
Hansi Flick, firme en su postura, no ha mostrado intención de modificar su hoja de ruta. Confía en su sistema y en un grupo reducido de futbolistas, lo que genera una creciente sensación de marginación entre los menos utilizados. Aunque el alemán cuenta con el respaldo de la directiva, el manejo del vestuario se presenta como uno de sus principales desafíos si quiere sostener la armonía del grupo en este tramo decisivo del curso.
La situación no ha estallado aún, pero el malestar es evidente. La convivencia entre experiencia, juventud y nuevas ideas no siempre es sencilla, y Flick lo está descubriendo en carne propia. Las próximas semanas serán clave no solo en lo deportivo, sino también en lo humano: sostener el vestuario será tan importante como ganar partidos.
El Barça camina sobre una delgada línea. Si Flick no logra recomponer la relación con sus futbolistas, la tensión interna podría dinamitar un proyecto que aún tiene margen para hacer historia esta temporada. La pelota, esta vez, no está solo en el campo.
05/05/2025
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