Por Roberto Alonso

Hace apenas un mes, el Real Madrid se convirtió en el epicentro de la polémica arbitral en LaLiga. Sus quejas, elevadas a través de comunicados y declaraciones públicas, desataron una ola de críticas y una denuncia conjunta de casi todos los equipos de la competición. Se les acusó de presionar a los árbitros, de crear un clima de crispación y de cuestionar la integridad del sistema.
Sin embargo, el tiempo ha demostrado que las polémicas arbitrales no son exclusivas del Real Madrid. En las últimas semanas, una oleada de quejas procedentes de diversos clubes ha puesto de manifiesto que el descontento con el arbitraje es generalizado en LaLiga. Alavés, Real Sociedad, Espanyol, Rayo Vallecano, Valencia y Sevilla han alzado la voz para denunciar errores arbitrales que, a su juicio, han perjudicado sus intereses deportivos.
La situación actual pone en evidencia la hipocresía de aquellos que, hace un mes, se rasgaban las vestiduras ante las quejas del Real Madrid. Ahora, son ellos mismos los que denuncian errores arbitrales y exigen explicaciones. La doble vara de medir es evidente: lo que antes era intolerable para el Real Madrid, ahora parece aceptable para otros clubes.
La oleada de quejas arbitrales demuestra que el problema no es exclusivo del Real Madrid, sino que es un problema estructural del fútbol español. La falta de transparencia, la disparidad de criterios y la sensación de impunidad son algunos de los factores que alimentan el descontento generalizado.
La situación actual exige una reflexión profunda sobre el arbitraje en LaLiga. Es necesario implementar medidas que garanticen la transparencia, la objetividad y la equidad en las decisiones arbitrales. La implementación del VAR ha sido un paso importante, pero aún queda mucho camino por recorrer.
Los clubes también tienen su parte de responsabilidad en esta situación. La presión constante sobre los árbitros, las declaraciones incendiarias y la cultura de la queja contribuyen a crear un clima de crispación que no beneficia a nadie.
Es necesario un llamado a la cordura y a la responsabilidad. Los clubes deben evitar las declaraciones incendiarias y centrarse en mejorar su rendimiento deportivo. Los árbitros deben esforzarse por tomar decisiones justas y objetivas. Y los organismos responsables deben implementar medidas que garanticen la transparencia y la equidad en el arbitraje.
El respeto es fundamental en cualquier ámbito de la vida, y el fútbol no es una excepción. Los clubes, los jugadores, los árbitros y los aficionados deben respetarse mutuamente. Solo así se podrá construir un fútbol más justo y transparente.

13/05/2025

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