Por Ramiro Diaz
Kylian Mbappé ya es jugador del Real Madrid, pero su desembarco en la Casa Blanca no ha sido del todo apacible. Durante el último partido ante el Athletic Club, el francés no pudo estar en el campo debido a una expulsión y una molestia física que lo mantiene entre algodones. Sin embargo, su presencia en el estadio no pasó desapercibida… y tampoco fue bien recibida por todos.
Cuando las cámaras del Santiago Bernabéu lo enfocaron en la pantalla gigante, parte de la afición reaccionó con silbidos. Un gesto sorpresivo para algunos, pero no para quienes conocen la exigencia histórica del club blanco. Uno de ellos es Luis Figo, quien no tardó en salir a marcarle la cancha a la joven estrella con una declaración tan contundente como realista.
“No lo he visto, no sé. Pero la afición del Madrid ha pitado a todo el mundo, no es que se tenga que sentir diferente. A mí también alguna vez, normal, cuando jugaba mal sí”, soltó el exjugador portugués, dejando una advertencia que resuena con fuerza en los pasillos del Bernabéu. Para Figo, nadie está por encima del juicio del público, y Mbappé no es la excepción.
El exGaláctico conoce bien el rigor del madridismo, y sus palabras no solo reflejan una experiencia personal, sino también un consejo velado: en el Real Madrid no hay espacio para sensibilidades ni privilegios. Si el Bernabéu silba, es porque espera más. Y si a Mbappé no le gusta, tendrá que acostumbrarse, como lo hicieron todos los grandes que pasaron por el club.
El contexto no ayuda: Mbappé llega tras años de idas y vueltas con el club, coqueteos fallidos y promesas no cumplidas. Aunque finalmente se concretó su fichaje, una parte de la afición aún parece mirarlo con recelo. Y esa desconfianza se sintió en el estadio, incluso sin que el francés pisara el campo.
Las declaraciones de Figo vienen a reforzar una idea clave: en el Madrid, el respeto se gana cada día. La camiseta pesa, pero también lo hace la grada. No hay margen para relajarse ni escudos que protejan del juicio popular. Figo lo vivió en carne propia, y si Mbappé quiere construir su legado blanco, tendrá que saber convivir con los aplausos... y con los silbidos.
Mbappé ya es parte del club más exigente del mundo. Pero eso no significa que tenga el cariño ganado. En Madrid, cada gesto, cada palabra y cada ausencia se juzga. Y Figo lo recordó con la autoridad de quien supo sobrevivir y triunfar en medio de ese mismo fuego.
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