Por Ramiro Diaz
En medio de la explosión futbolística de Lamine Yamal, que con solo 17 años ha logrado convertirse en una pieza clave del Barcelona y de la selección española, Fabio Capello ha decidido poner paños fríos. Y lo ha hecho con una declaración contundente que no pasó desapercibida en el entorno culé: “Lamine Yamal no es Messi”.
El exentrenador italiano, voz respetada en el fútbol europeo, se refirió al joven talento blaugrana en un tono de advertencia. Reconoció que Yamal es un jugador “espectacular” y de “nivel top absoluto”, pero insistió en que las comparaciones con Lionel Messi están totalmente fuera de lugar. “Messi fue un genio. Yamal es extraordinario, pero no tiene esa genialidad”, afirmó en declaraciones recogidas por medios italianos.
Capello fue más allá, recordando la semifinal de Champions de 2010, cuando el Inter de Mourinho logró frenar al mejor Messi. “Si el Inter pudo con Messi en su pico, ahora también puede frenar a Yamal. No exageremos con las comparaciones”, sentenció. El mensaje, claro y directo, cae como un baldazo de agua fría para quienes ven en el canterano del Barça al heredero natural del 10 argentino.
Las palabras de Capello han encendido el debate. Mientras algunos las interpretan como una crítica innecesaria hacia un chico que apenas empieza, otros creen que es una llamada al realismo en medio de una ola de entusiasmo mediático. En Barcelona, sin embargo, el comentario no ha caído del todo bien: muchos consideran que, lejos de proteger al joven, se le está poniendo un listón imposible desde fuera.
Lamine Yamal ha demostrado personalidad, desborde y una capacidad innata para decidir partidos con una madurez impropia para su edad. Pero Capello insiste en marcar los límites de la comparación. Para él, Messi no es un molde que se pueda replicar. Es, simplemente, un caso único en la historia del fútbol. Y Yamal —aunque brillante— no es su continuación.
Con sus palabras, Capello busca quizás proteger al jugador… o tal vez sólo preservar la dimensión mítica de Messi. Lo cierto es que su análisis no ha dejado indiferente a nadie y abre una nueva etapa en el debate sobre qué se puede —y qué no se debe— esperar de una promesa.
El mensaje es claro: admirar a Yamal no implica convertirlo en leyenda antes de tiempo. Porque el talento necesita tiempo… y el peso de un nombre como Messi no se hereda. Se gana.
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