Por Ramiro Diaz
El clima en el vestuario del FC Barcelona no atraviesa su momento más pacífico. Más allá del triunfo ante el Celta, lo que generó revuelo en las últimas horas fueron las actitudes de ciertos futbolistas que no fueron titulares ni tuvieron minutos en el partido. Los gestos de molestia fueron evidentes y no pasaron desapercibidos. Tampoco para Hansi Flick, que, fiel a su estilo directo, rompió el silencio y lanzó una declaración que sacudió al plantel.
“Puedo entender que no estén contentos, yo también he sido jugador, pero no puedo entender la reacción”, afirmó el entrenador alemán en rueda de prensa. La frase, pronunciada con calma pero con firmeza, dejó al descubierto su malestar por lo que sucedió puertas adentro. Flick sabe que no puede permitirse fisuras en un vestuario que todavía está en construcción bajo su liderazgo, y por eso no dejó lugar a dobles lecturas.
Más allá de los nombres —que por ahora no trascendieron oficialmente—, se habla de varios jugadores que mostraron inconformidad por su rol secundario en Vigo. Algunos incluso lo hicieron con actitudes visibles desde el banco, otros en la intimidad del vestuario. Flick, que no tolera gestos de desgano ni desplantes, dejó claro que no está dispuesto a permitir comportamientos que rompan la dinámica colectiva.
“Me gusta más ver la reacción sobre el terreno de juego cuando juegan”, completó el técnico, lanzando un mensaje que bien podría traducirse como: el lugar se gana con rendimiento, no con caras largas. Con esas palabras, Flick trazó una línea clara entre quienes aceptan el reto competitivo y quienes priorizan su ego. El entrenador, que viene de trabajar con grupos de alto nivel en la selección alemana y el Bayern, conoce bien los riesgos de ceder terreno ante las presiones individuales.
La gestión del vestuario será uno de los mayores desafíos para Flick esta temporada. Con una plantilla llena de jóvenes talentos y algunos veteranos que aún pelean por protagonismo, el equilibrio interno es frágil. Pero el alemán ya dejó en claro que no se dejará condicionar. Este tipo de mensajes son parte de su estilo: no grita, pero sus palabras retumban. No necesita decir nombres para que todos en el grupo sepan a quién se refiere.
En el Barcelona, las competencias internas por un lugar en el once siempre fueron intensas. Pero hay una diferencia entre pelear sanamente por jugar y dejarse llevar por la frustración. Flick está apostando por una meritocracia pura, y eso incomoda a quienes estaban acostumbrados a otro tipo de gestión. La exigencia es total, y el técnico quiere que cada minuto que se otorgue en la cancha sea una recompensa y no una concesión.
El futuro inmediato mostrará si sus palabras calaron hondo o si la tensión se mantendrá latente. Lo cierto es que el técnico no solo entrena: también educa, impone normas, y construye un grupo que lo represente. Y para eso necesita soldados, no actores principales ofendidos por no estar en el cartel.
Las próximas convocatorias y los minutos repartidos en los siguientes partidos serán una señal de quién entendió el mensaje y quién quedó señalado. En el Barça de Flick, no hay lugar para los quejosos: solo juegan los que hablan con fútbol.
13/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
12/05/2025
11/05/2025
11/05/2025
11/05/2025
11/05/2025
11/05/2025
11/05/2025
11/05/2025