La Liga

El alucinante cambio de Eder Militao en el Real Madrid

Por Tomás Valle

Pasó de ser un descarte a ser amado por toda la plantilla y afición Merengue.

Pasó de ser un descarte a ser amado por toda la plantilla y afición Merengue.

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La última vez que el estadio Santiago Bernabéu, sin aficionados desde hace 14 meses, se abrió para que el público del Real Madrid diera la bienvenida a un nuevo fichaje, el protagonista sobre el campo de juego fue Éder Militao. Era el 10 de julio de 2019 y el brasilero, la primera incorporación cerrada para esa temporada, fue el último en ser presentado.

Antes habían sido el turno de Eden Hazard, Rodrygo, Luka Jovic y Ferland Mendy. El marcador central venía de ganar la Copa América con Brasil con tan solo 21 años. Aquel día nadie imaginaba que sería el último jugador en pasear por la pasarela del Bernabéu de toda la vida y que casi dos años más tarde se convertiría en un jugador clave para las opciones blancas de conseguir un nuevo doblete Liga-Champions.

El salto de Militao al fútbol europeo fue tan rápido como tardía ha sido su explosión en el Real Madrid. Llegó al Porto en el año 2018 procedente del Sao Paulo a cambio de 7 millones de euros y en marzo del año siguiente, el Merengue llegó a un acuerdo con el club portugués para ficharlo por 50 millones.

Un traspaso que lo convirtió en el defensa más caro de la historia de la institución (y el noveno considerando todas las posiciones). Su pasado en el equipo portugués, un club puente para muchos sudamericanos que terminaron triunfando en Europa y de donde también llegó Pepe, un baluarte del conjunto blanco.

En su primera temporada, Militao no pudo despegarse de la sombra que proyectaban Sergio Ramos y Raphael Varane. Una pareja con casi una década de recorrido que ha marcado una época sin precedentes. Jugó 20 partidos y tuvo la mala suerte de estar sobre el césped en cinco de las siete derrotas del equipo.

Sus actuaciones, salvo alguna notable excepción como la de San Mamés, no pasaron de normales, y el intento de Zinedine Zidane (en el Villamarín, en el último partido antes del confinamiento) de colocarle de lateral derecho, posición en la que también se había desenvuelto, no dio resultados.

El arranque de esta campaña transcurrió en tonos grises. Su primer gran momento estaba programado de antemano. Ramos se perdió por sanción el primer de Champions de la temporada. Zidane le dio la segunda mitad del partido contra el Cádiz para poner a punto su complicidad con Varane de cara al partido del Shakhtar.

Dos derrotas en el hombro de Militao. Las rotaciones le dieron una nueva oportunidad contra el Huesca y desde ahí desapareció por completo. Estuvo 17 días de baja hasta que dio negativo en su test, mientras Nacho se hacía con el estatus de tercer central ante las primeras ausencias de Ramos.

Militao estuvo 16 partidos sin disputar un solo minuto hasta que llegó la esperada noche copera ante el Alcoyano, donde marcó su primer gol con la camiseta del Madrid. Sin Ramos ni Nacho disponibles, repitió en el once contra el Alavés y se mantuvo frente al Levante. Ante los granotas duró nueve minutos sobre el campo de juego, expulsado tras revisión del VAR por evitar una ocasión manifiesta de gol. La roja condicionó el partido (aquella, 1-2, es la última derrota del Madrid, que lleva 19 partidos invicto desde entonces) y pareció sentenciar al brasilero.

Dos años después de su fichaje, su futuro parecía lejos del Madrid, pensando en una operación en la que el Madrid pudiera recuperar parte de lo invertido en él. Hasta marzo sólo había jugado seis partidos oficiales. El séptimo no parecía que fuera a pasar de testimonial. Zidane le dio los últimos minutos de la vuelta de octavos de Champions contra el Atalanta para hacer descansar a Ramos. Pero el destino le aguardaba una oportunidad mas para reivindicar que su fecha de caducidad como jugador blanco aun es muy lejana.

Tras el último parón de selecciones, los múltiples contratiempos en defensa (lesión de Ramos, Varane positivo, un partido de sanción de Nacho) lo convirtieron en indiscutible en los últimos nueve partidos (sólo Courtois y él los han jugado todos al completo). 810 minutos frente a los 444 que acumulaba hasta entonces.

Lo ha hecho con actuaciones espectaculares, como la vuelta ante el Liverpool, Getafe o la ida contra el Chelsea. Hasta que contra Osasuna destapó el tarro de sus esencias. El gol que casi se marca en propia puerta en una pared con Courtois quedó en el pasado. Resolutivo en defensa, desplegó su potencial ofensivo, al más puro estilo Sergio Ramos.

Otro Sergio, Herrera, portero de Osasuna, le negó el gol en la primera parte en sendos centros de Asensio y Blanco. Pero acabó encontrándolo en un córner de Isco, con un cabezazo que provocó uno de los mayores derroches de efusividad que se le recuerdan a Zidane en una celebración.

Militao presenta mejores registros que Varane y Ramos en varios apartados estadísticos, duelos defensivos disputados, duelos aéreos, recuperaciones. Con la inminente recuperación del capitán, el futuro del francés en entredicho y el deslumbrante presente del brasileño, Zidane tiene un nuevo problema por delante cuando restan seis finales para cerrar la temporada.


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