Por Tomás Valle

Hay historias realmente conmovedoras que no suelen ocurrir dentro de la cancha, aunque los futbolistas tienen mucho que ver en ellas. En este caso, fue el propio Lionel Messi o más bien sus tres hijos quienes terminaron implicados en la familia de unos empresarios argentinos que se dedicaron a vender churros en la ciudad natal del astro argentino. Además del actual jugador del Inter Miami y sus tres hijos, los grandes protagonistas de esta historia son Sofía Snaidero y Federico Bellina, los dueños de este negocio de “churros” (comida típica del país rioplatense) desde el año 2015, el cual es conocido como La Churrería de Funes.
La historia revelada por el Diario La Nación indica que Sofía y Federico comenzaron con este emprendimiento hace ocho años atrás, tomando la receta original de una antigua trabajadora que les vendió el fondo de comercio a los dos jóvenes. Si bien el proyecto no comenzó nada bien (sufrieron una gran estafa) y únicamente subsistía gracias a los ingresos que percibían en fechas patrias, hubo un momento en que todo cambió para esta pareja de emprendedores y Lionel Messi con sus tres herederos tienen mucho que ver en ello. Claro, la llegada y la influencia que tiene el futbolista trasciende cualquier tipo de fronteras, por lo que los propietarios de la empresa apostaron todo para que el mejor jugador del mundo pueda probar o recibir de alguna forma sus productos.
Mediante un contacto en común que conocía a la madre de Antonela Roccuzzo, Sofía Snaidero y Federico Bellina comenzaron a enviarle churros a la casa de Lionel Messi, sin saber durante un buen tiempo si el crack y los suyos disfrutaban de sus churros: “Nosotros no queríamos nada a cambio, solo que comieran nuestros churros” comentó la dueña. Sin embargo, este año todo cambió para ellos, ya que la familia del deportista realizó un pedido que se terminó haciendo viral en las redes sociales. Todo gracias a la interacción de Juan Pablo Román, el cadete que realizó el envío y que tardó 45 minutos en volver al local: “Nos dijo que Antonela lo atendió, que Mateo lo abrazó, y Leo lo saludó desde el fondo de la casa. No pudo tomarse una foto, pero se llevó ese recuerdo" dijo Snaidero.
Al día siguiente de ese encuentro y tras la enorme repercusión que se generó, el padre de Antonela Rocuzzo asistió al local y allí fue cuando los propietarios del negocio comprendieron la situación: “El papá nos dijo que no podíamos no cobrarles, porque los chicos nos iban a fundir. Los chicos estaban encantados. No podía creer que no me di cuenta antes. Esa fue la manera en que llegamos hasta ellos, le entramos por los hijos, por eso terminaron realizando el pedido” relató Snaidero.

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