Por Ramiro Diaz
El fútbol argentino está de luto. Este lunes se confirmó el fallecimiento de Luis Galván, histórico defensor central de la Selección Argentina y campeón del mundo en 1978. Tenía 75 años y venía atravesando problemas de salud en los últimos tiempos.
Galván fue una de las grandes figuras de la final ante Países Bajos en el Monumental, donde formó una sólida dupla central con Daniel Passarella. Su firmeza, liderazgo y temple marcaron a fuego aquella consagración bajo la conducción de César Luis Menotti.
A nivel de clubes, Luis Galván es ídolo eterno de Talleres de Córdoba, donde jugó durante más de una década y fue referente indiscutido. También pasó por Belgrano, Central Norte, Bolívar y otros equipos en el tramo final de su carrera.
Además de ser campeón del mundo, tuvo el privilegio de compartir equipo con Diego Armando Maradona en la Selección durante el proceso posterior al Mundial. Fue internacional en 34 ocasiones y siempre se destacó por su humildad y entrega en el campo.
Galván no solo representó a una generación dorada del fútbol argentino, también fue un emblema del defensor clásico: firme, silencioso y confiable. Su legado queda grabado en la historia grande del deporte nacional.
Luis Galván se va físicamente, pero su huella permanece intacta. Argentina despide a un héroe de 1978, un símbolo del sacrificio y la pasión por la camiseta celeste y blanca. Que en paz descanse.
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